El Museo

SALA I

La Sala Contextos quiere darnos las referencias necesarias para comprender el resto del museo
• En primer lugar, se presenta la clave cristiana para entender el martirio cristiano en cualquier época histórica: la referencia central a Jesucristo.
• En segundo momento está reservado al contexto histórico del martirio: la Guerra Civil Española, con sus complejas implicaciones para la Iglesia Española y la situación vivida en 1936 en Barbastro.
• El tercer momento, está reservado a explicar sucintamente el Martirio de los 51 claretianos del seminario de Barbastro, a través de lo representado en el cuadro de José Beruete cmf.

SALA II

¿Quiénes éramos los 51 mártires claretianos de Barbastro? La respuesta primera es sencilla: un grupo de seminaristas, a punto de ser ordenados sacerdotes, y sus formadores.

En esta sala vais a poder: ver nuestros rostros en el seminario; escuchar la biografía de cada uno; saber cómo fue nuestra formación en los seminarios de Vic, Solsona y Cervera; ver cómo era nuestra vida cotidiana durante los pocos meses que estuvimos en el seminario de Barbastro; conocer los temas que hablábamos con las familias en nuestra correspondencia.

Esperamos que, al final de vuestro recorrido por la sala, cuando suene la campana para ir al Salón de los Escolapios, nos conozcáis un poco más.

SALA III

En el salón del colegio de los Escolapios estuvimos encerrados desde la tarde del 20 de agosto, 6 sacerdotes, 37 seminaristas y 6 hermanos. El día 12 fusilaron a los 6 de mayor edad; el 13 murieron otros 20, y el 15 de agosto, los 20 que quedaban. Fueron días duros, que pudimos soportar por la fortaleza que nos dieron la vida fraterna y el Espíritu Santo. En esta sala encontraréis los testimonios escritos de lo que vivíamos y queríamos transmitiros. Todo servía para dejar nuestros mensajes: cartas, pañuelos, envoltorios de chocolate, objetos de madera. un lugar especial lo ocupa la carta a la Congregación de Faustino Pérez.

SALA IV

Después de nuestra muerte, nuestros cuerpos quedaron depositados en fosas con cal. En todos los casos hubo testigos que, al terminar la Guerra Civil, dijeron donde estaban nuestros restos; todos teníamos la sotana con nuestro número para la lavandería. Estos números permitieron saber a quién de nosotros pertenecían los restos. En la cripta que vais a visitar ahora, están las urnas nos nuestros huesos y nuestros nombres. Nosotros, no estamos ahí, estamos resucitados. Os ofrecemos un tiempo de silencio, allá en la cripta, para que penséis un poco en lo que habéis visto, en nosotros y en vuestra vida.

SALA V

El autor del espacio donde te encuentrarás, así como el de la cripta, es Maximino Cerezo, Misionero Claretiano. De él también puedes contemplar los cuatro cuadros representando momentos de nuestra pasión y la cruz de resurrección en la hornacina al fondo de la capilla.

Sobre el altar, la corona de espinas del martirio; como sagrario, una cesta, que recuerda dónde nos traían secretamente la eucaristía durante al Salón de Escolapios.

SALA VI

Nuestra muerte fue por fe y, como Jesús, morimos encomendándonos al Padre y perdonando a los que nos mataban. Pero, independientemente de esto, la Iglesia Católica sólo reconoce el martirio después de un largo proceso de comprobaciones, estudios y documentación. Todo este “proceso de beatificación”, comenzó por el testimonio de dos claretianos que vivieron todo como nosotros, menos la muerte: Pablo Hall y Atilio Parussini. Finalmente se comprobó que mantener la fe fue lo que nos llevó a la muerte y que morimos perdonando. Fuimos nombrados Beatos por el Papa San Juan Pablo II, en Roma, el 25 de octubre de 1992.

SALA VII

En esta sala presentamos al Claret perseguido. Claret arriesgó su vida en Cuba, defendiendo a los vulnerables, especialmente a los esclavos; un atentado en Holguín, que casi le costó la vida. El tiempo en la Corte de Isabel II se llenó también de atentados, persecuciones y difamaciones. En la sala podréis encontrar también mártires claretianos destacados, de diversos continentes

SALA VIII

A lo largo del recorrido por el museo, habéis podido comprobar que el contenido de la “Definición del Misionero Claretiano”, implica también dar la vida. Pero no se busca el martirio por el martirio, sino dar la vida viviendo y predicando el Evangelio de Jesús, aunque esto implique morir.

En esta sala encontramos ejemplos de ese impulso misionero claretiano como “Testigos de Paz y Reconciliación” en muy distintas situaciones del mundo.